Regalos naturales

EsaTarde

El encuentro con la naturaleza es de las vivencias más placenteras que podemos tener. Ver las cosas manifestarse en toda su pureza, sin que intervenga para nada la mano del hombre para modificarlo permite una suerte de conexión con la divinidad que asombra, que sobrecoge. Son esos momentos en los que la vida nos pone donde debemos estar:  seres humildes ante la magnificencia de cuanto se nos ha dado.

Esa tarde, al final del verano, un día soleado de playa en la costa atlántica gallega, comenzó a tornarse gris y todo hacía pensar que llegarían las primeras gotas. Sin embargo el calor acariciaba la piel y el gris de la tarde tomaba tintes épicos. Acostumbrados a la lluvia como parte del paisaje, permanecimos expectantes el desarrollo de los acontecimientos ¿huir, quedarse a una tarde de lluvia en la arena? Fue cuando un enorme hoyo se abrió entre la masa de nubes oscuras, y recordamos al sol bravío de minutos atrás.

No duró poco, los ojos extasiados de los bañistas clavados en el fenómeno daban la impresión de la llegada de un gran platillo volador. Rayos de luz parecían clavarse en aquella parcela de agua y su apariencia nos hacían pensar en palabras de gloria.

Esa playa nos había deparado cada día nuevas situaciones, pero esa tarde nos sentimos receptores del más puro regalo de la madre naturaleza y regresamos a casa felices de no haber marchado, como tantos.

@EudelCastillo

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